Para seguir aumentando mi lista de encuentros cercanos del tercer tipo con los seres habitantes de los estados unidos de Norteamérica (God Bless el ocio!! ). Aquí les va lo que yo considero mi primera experiencia como habitante de un país donde todos tienen un pequeño serial killer inside them.
Tengo un vecino que aparentemente todo indica que puede ser (aquí nunca se sabe) un admirador.
Esta mañana cuando me monte tranquilita en mi carrito para venir a mi trabajo me di cuenta que mi limpia vidrios estaba lleno de chocolaticos hersheys color rojito San Valentín.
Quién será?, no tengo idea, pero obviamente tomando en cuenta el país donde se desarrollan los hechos aquí mencionados, puede ser…
Primero la vecina de abajo (con A), una segunda posibilidad (que se deriva en una tercera) es la del enemigo, mi vecino de abajo que se queja de que oye mi televisión, pero que ahora descubrió que me ama locamente, o que por el contrario enveneno los chocolates para que yo muriera y no tener que oír más mi televisión.
Un tercera hipótesis, es (observen que exótico es mi edificio) es un viejo extrañísimo, que tiene dos perros, y que cada vez que me ve afuera se pone a hablar indetenidamente conmigo de la historia de sus AMORES PERROS, dentro de las cuales esta la de su mascota adorada que murió de cáncer y que es (por supuesto) irremplazable. Es posible que este viejo gringo haya decidido dejar entrar a su corazón una especie distinta a la raza canina, y haya quedado completamente prendado de mi caminar desde las escaleras hasta él carro, o cuando busco mi correo o boto mi basura. Quien sabe.
Un cuarta opción (pero nunca la ultima porque no sé quien más vive allí) es un chamo que el único día que cayo nieve en esta vaina (gracias a dios) me ayudo muy amablemente a quitar la nieve pegada a mi vidrio del carro con un espatulita especial que supongo que se llama Raspa-restos-de-nieve-pegada-en-el-vidrio-del-carro, Marca Eureka (Call Now!). Este chico, que es medianamente apuesto, y se llama Michael, es (que yo sepa) el único en el edificio que sabe cual es mi carro. Y quizás se haya enamorado de mi a primera vista. (les aseguro que por más que suene pedante, este tipo de cosas no me suben el autoestima).
Así que solo restara esperar a ver cual es la próxima movida; la siguiente sorpresa que recibiré ahora en este país donde el freakismo no tiene limites.
Por ahora no estoy tan preocupada porque los chocolates no me los pienso comer, no solo porque estén posiblemente envenenados, sino porque no me gusta el chocolate blanco.
Si salgo viva de este nuevo capitulo de «Sex and the Psycho City» les escribiré para contarles en que termina esta loca loca temporada.
Besos (no de hersheys).